El invernadero... [Cerrado]

Mientras estaba dando una vuelta por la Residencia, decidí ir a visitar el invernadero, por ir a algún lugar tranquilo. Entré en el invernadero y empecé a dar una vuelta por allí dentro...

-Ah, no me asustes así, por favor...- le dije a Rose cuando la oí de pronto gritar detrás de mí. Escuché lo que dijo, y sonreí. -Nah, tú tranquila- hice un ademán con la mano para indicarle que no me molestaba. -¿Qué tal todo?- le pregunté, por sacar un tema del que hablar, además de porque hacía tiempo que no la veía.

Sonreí. -Me alegro- escuché su pregunta. -Estoy bien, gracias. Sólo que un poco cansado, nada más, por eso estoy paseando por aquí...- le dije mientras veía lo que hacía.

Suspiré. -De acuerdo, te ayudaré...- empecé a podar cuidadosamente las plantes que me dijo, había nvisto hacerlo las veces suficientes para saber cómo podarlas bien sin dañarlas.

Se había hecho un silencio algo incómodo, hasta que Rose me preguntó algo. -Bueno, digamos que estuve dándole muchas vueltas a un asunto que me tiene un poco preocupado... e hice un poco de "ejercicio"...- y después escuché lo que dijo de levantar los ánimos. -Oh, lo siento mucho, intentaré animarme un poco- le dije sonriendo, mientras seguía podando. -¿Y tú qué? ¿Has hecho algo interesante desde que te fuiste de los calabozos aquél día?- le pregunté sin dejar de podar.

Escuché lo que dijo, y después me preguntó que a qué me refería con lo de "ejercicio". -Bueno, ya sabes, un entrenamiento, por así decirlo. ¿Me explico con eso o no?- dije mientras seguía a lo mío. Supuse que con lo de entrenamiento lo dedujo, pero por si acaso pregunté.

La escuché hablar mientras termineba de podar una última planta. Podé lo último justo al tiempo que escuché a Rose decir: "A ver si podemos dejarselas a tu madre..." mi rostro se ensombreció y me quedé en esa posición un buen rato. Entonces me giré hacia ella, con el ceño fruncido, y le pregunté: -¿Tú cómo puedes saber eso?- no se lo había contado a nadie, y aunque algunos militares lo sabían, precisamente porque son militares saben de sobra que no debían decirlo... más aún teniendo en cuenta al título del Ejército que equivale ser Alquimista Nacional. Puse cara de "dime cómo lo sabes, por favor". No lograba a comprendes cómo se habría enterado de eso...

Escuché lo que dijo, no muy convencido. Miré hacia el suelo, con expresión triste. -Y dime... ¿qué más sabes?- pregunté sin dejar de mirar al suelo. Quería saber hasta dónde sabía ella de mi pasado, lo de que supiese que mi madre estaba muerta en seguida le llevaría a saber sobre lo que hicimos Al y yo... esperé su respuesta, mirando aún hacia el suelo...

Escuché todo lo que dijo. No daba crédito, lo sabía todo. Escuché lo que dijo después, y levanté la vista hacia ella. -S...sí, me encuentro bien, tranquil... la...- le dije, aún con tristeza en mi rostro. -Nada, no te... preocupes, sé que... no lo hiciste con... mala intención... sólo te... pido una cosa... no le cuentes nada de ésto a... nadie, por favor...- le dije seriamente, aunque me costó un poco hablar, no me esperaba que pudiese saber todo eso y tan bien detallado...

Escuché lo que dijo y después empezó a llorar. No me había dado cuenta, pero no podía evitar ponerme siempre así cuando recordaba aquélla noche... sacudí la cabeza, y volví a sonreír. Me acerqué a Rose. -Perdona, me pasa cuando recuerdo eso... no me di cuenta, pero por favor, no llores... si quieres, puedes desahogarte conmigo, pero no quiero verte así...- le dije mientras señalaba mi hombro, ofreciéndole llorar ahí si lo quería. Me daba pena verla así...

Escuché lo que dijo. Me quedé un momento pensativo. -No tengo nada que hacer ahora, así que donde quieras tú- le dije sonriendo.

Mientras esperaba la respuesta de Rose, escuché que alguien nos saludaba. Me di la vuelta y me encontré con Tinë. -Buenas, Tinë. ¿Cómo estás?- le pregunté, ya que hacía algunos días que no la veía.

-Me alegro- le dije sonriendo. Se me acercó y me cogió de la barbilla, haciendo que la mirase. Algo me incomodaba, me miraba fijamente a los ojos y notaba algo raro... después me soltó, pero siguió mirándome. -Yo bien, gracias- mentí, sonriendo. No quería preocupar a nadie, no me gustaba que se preocupasen por mí... me eché las manos a la barriga tanteando, cuando me preguntó por la rosa, pero como no llevaba la gabardina puesta no la encontraba. -Vaya, lo había olvidado... debe de estar en la gabardina, que la dejé en la habitación... lo siento, no sé cómo me olvidé de ella...- mentira, con tantas cosas en la cabeza imposible haberme acordado...